CUIDADES COLONIALES


 
"  La Perla del Oriente "


Fundada en 1543 en la antigua ciudad maya de Zací, “La Perla del Oriente”, como es conocida, es una ciudad hospitalaria y llena de historia que enorgullece a Yucatán. Durante siglos se le ha identificado por la riqueza del legado español plasmado en sus templos y el abolengo de sus viejos barrios.

Tiene un excepcional sabor colonial. Caminar por sus calles, con sus casonas pintadas de vivos colores, los barrios con sus iglesias y desde luego el imponente convento de San Bernardino de Siena, huella palpable de la presencia franciscana en toda la península,
es regresar al pasado. Su acogedor Parque Principal ofrece la sombra de sus laureles a propios y extraños, y por las tardes los pájaros llenan con sus trinos el ambiente, anunciando el final del día.


Asentada al oriente de Yucatán, Valladolid fue escenario de rebeliones y luchas entre conquistadores y conquistados. El sometimiento de los mayas del oriente de Yucatán, los rebeldes cupules, correspondió a un sobrino del conquistador llamado también Francisco de Montejo quien estableció su campamento alrededor de una laguna a la que los naturales llamaban Chouac-Há, y que a los españoles les pareció el mejor lugar para establecerse. Este sitio sería la base de operaciones para someter a los cupules y dominar su capital, Zacihual que quiere decir “Gavilán blanco” ya que simbolizaba las cualidades bélicas de la comunidad Zací.


Ubicada a 50 kilómetros de la costa, este lugar fue un importante centro político y religioso donde residían los señores de linaje cupul; doblegarlos fue la tarea más difícil de los soldados españoles, sin embargo el 23 de mayo de 1543 el capitán Don Francisco de Montejo “El Sobrino” terminó por fundar la villa a la que llamó Valladolid, como homenaje a la ciudad castellana del mismo nombre.

Entre sus atractivos se encuentra el imponente convento de San Bernardino, majestuoso en sus dimensiones y sobrio en su estilo franciscano. Su retablo principal fue trabajado en madera pintada en oro, con esculturas y motivos que le confieren un inconfundible aire barroco. La Virgen de Guadalupe que ahí se encuentra, la mayor devoción entre los mexicanos, tiene 400 años de antigüedad aproximadamente. La iglesia de San Gervasio, junto con sus torres, exhibe los cañones que sirvieron para recuperar la ciudad en 1848, entonces en manos de los indios rebeldes que iniciaron la Guerra de Castas. Sus calles conservan con orgullo su glorioso pasado.



También podrá disfrutar del Palacio Municipal y el templo de San Juan de Dios. Próximo, se encuentra el cenote Zací, profundo depósito de agua dulce que sirviera en el pasado para proveer del vital líquido a toda la población, y que ahora funciona como restaurante y alberca natural.

En toda la ciudad hay establecimientos donde se pueden adquirir artesanías de piel y henequén además de hamacas,

tejido de bejuco y tallado de piedra, así como numerosos restaurantes donde podrá probar la deliciosa gastronomía vallisoletana que tiene entre sus especialidades el escabeche oriental, el pavo en sak-kol, la longaniza ahumada y los típicos lomitos, que hacen de Valladolid una estampa viva del sabor provincial del México nuestro.





 

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