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La ciudad de las
Tres Culturas
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Pueblo Mágico
de México,
se encuentra
geográficamente
en el centro
de la Península
de Yucatán.
Su historia,
desde su fundación
hasta el presente,
está
ligada a una
fuerte tradición
religiosa pues
este sitio fue
alguna vez un
enorme centro
ceremonial maya.
Fundada por
los itzáes,
debe su nombre
a un personaje
de origen mítico
y de singular
sabiduría
asumido como
instructor,
maestro y sacerdote
de los mayas
llamado Itzamná
o Zamná
que significa
“Rocío
que desciende
del cielo”.
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A este lugar también
se le conoce como
“Ciudad de los
Cerros”, rememorando
las pirámides
cubiertas que se encontraban
ahí a la llegada
de los españoles,
así como “La
Ciudad de las Tres
Culturas” pues
en ella se combinan
rasgos de su pasado
prehispánico,
del período
colonial y de la época
actual.
Izamal, que durante
siglos fue lugar de
peregrinación
del pueblo maya que
arribaba por los “sacbeoob”
o caminos blancos
de piedra y los cuales
la unían a
las principales metrópolis
del Mundo Maya, fue
una de las ciudades-estado
más importantes
de los mayas prehispánicos
durante los años
850 y 1,000 d.C.;
también considerada
como una de las más
antiguas, incluso
más que Chichén
Itzá y Uxmal,
sus primeros asentamientos
se remontan al siglo
III d.C.
En el período
posclásico,
Izamal tuvo un gran
auge como ciudad maya
tolteca pero fue abandonada
al mismo tiempo que
todas las demás
ciudades de esta época,
por lo que a la llegada
de los españoles,
el lugar estaba prácticamente
deshabitado y pertenecía
al grupo indígena
de los cocomes.
Siendo
un importante
centro ceremonial
de la región,
en este lugar
fueron erigidas
siete pirámides
y aunque los
españoles
respetaron algunos
templos, utilizaron
piedras de los
antiguos edificios
para dar vida
a las nuevas
construcciones
como en el caso
del majestuoso
convento de
San Antonio
de Padua, fundado
por el padre
Fray Diego de
Landa y los
misioneros franciscanos
en 1549. Este
convento posee
el atrio más
grande después
del de San Pedro
en el Vaticano
y fue sede de
una reunión
de Su Santidad
Juan Pablo II
con diferentes
grupos étnicos
en una de sus
visitas a México. |
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En sus pulcras calles
estampadas, calesas
tiradas por caballos
llevan al visitante
en un recorrido de
encanto por plazas
y parques, históricos
suburbios y hermosas
calles donde Fray
Diego de Landa parece
hablarnos de la cotidianeidad
de este pueblo vivo
y orgulloso de su
pasado. De noche,
la ciudad nos ofrece
una experiencia singular,
al contemplar una
estrellada bóveda
celeste recortada
por los perfiles de
sus pirámides,
templos y casonas
coloniales; sombras
que parecen despertar
de un sueño
de centurias.
Otro edificio de gran
importancia es la
pirámide de
Itzamatul, misma que
fue dedicada al fundador
de la ciudad y que
con una altura de
22 metros, es la segunda
estructura en importancia
de Izamal.
Durante las innumerables
excavaciones y restauraciones
que han realizado
en el sitio, se han
encontrado alrededor
de 80 estructuras
prehispánicas,
una de las cuales
es conocida como Kinich
Kakmoo, cuyo nombre
significa “Rostro
Solar” y en
la cual se rendía
culto al sol como
fuente de vida.
Esta imponente pirámide,
se mantiene de pie
ante nosotros como
testigo inmutable
de la “Ciudad
de los Cerros”
y que como “Rocío
que desciende del
cielo”, invita
al visitante a adentrarse
a la magia única
de este maravilloso
rincón del
México prehispánico,
colonial y moderno,
en un encuentro con
el tiempo…